Un comienzo difícil
IBE Kikuo presentó el G-SHOCK al mundo en 1983. El reloj acabó llamando la atención en Estados Unidos antes de causar sensación también en Japón. A principios de los 90, su éxito era tal que las existencias se agotaban inmediatamente al llegar a las tiendas. Mientras tanto, IBE dejó el desarrollo de G-SHOCK para trabajar en relojes de menor precio. Aunque estos relojes menos caros, que podían adquirirse por varios miles de yenes (unos 20 o 30 dólares estadounidenses), llegarían a vender muchas unidades, el trabajo no implicó grandes actividades promocionales, ni evocó gran fenómeno social. Preocupado por el descenso de la motivación del personal, IBE hizo una propuesta: “Trabajemos juntos para hacer el reloj que todos queremos realmente”.
Aun así, no se trataba de un proyecto oficial, lo que significaba que los que se incorporaran tendrían que dedicar su tiempo estrictamente fuera del horario laboral habitual. En estas condiciones poco favorables, IBE formó un equipo de ocho ingenieros motivados con las habilidades necesarias para hacer realidad el reloj, desde la planificación y el diseño hasta el control de calidad.

El poder del trabajo en equipo
Entonces, ¿qué tipo de reloj querían todos realmente? Después de más de tres meses de discusión sin una respuesta clara, el proyecto iba en dirección a un punto muerto. Tenían la vaga idea de un “reloj de metal irrompible”, pero eso era todo. Casio ya vendía relojes metálicos como modelos de gama baja, por lo que la idea era apuntar a algo más resistente y con mayor atractivo. ¿Serían capaces de hacer realidad algo así? El G-SHOCK tenía una carcasa protectora exterior de uretano para amortiguar los impactos, pero ¿cómo sería posible conseguir el mismo efecto con una carcasa metálica sin protección?
Si bien IBE se enfrentó a sus desafíos en solitario cuando desarrolló el G-SHOCK original, esta vez tenía un equipo que podría resolver los problemas juntos. Depositó su confianza en el equipo, habló con franqueza y entusiasmo, y les brindó ánimo e inspiración, y poco a poco fueron avanzando hacia el reloj metálico irrompible de sus sueños.


Pensamiento creativo
Una idea inspirada en la estructura de los parachoques de los automóviles dio una idea al equipo sobre cómo conseguir un reloj metálico altamente resistente a los golpes. Buscarían un diseño con un bisel separado, ya que es el componente más susceptible a los impactos, con amortiguación insertada entre él y la carcasa. También concibieron la idea de que el armazón de vidrio, altamente hermético, tuviera forma de L para amortiguar los golpes entre el marco y el vidrio.
Sin embargo, la idea de aplicar esta tecnología de parachoques de automóvil a un reloj complejo era inaudita y parecía descabellada para los ingenieros metalúrgicos, ninguno de los cuales estaba dispuesto a aceptar el desafío. La idea de dejar caer la carcasa de un reloj desde cierta altura más de 6000 veces para recopilar datos también debía parecer un sinsentido.
No obstante, el trabajo del equipo no consistía en romper relojes, sino en derribar las barreras de lo convencional asumiendo desafíos sin precedentes. Finalmente, la dedicación del equipo dio resultados concretos en forma de un reloj metálico resistente a impactos.

El nacimiento del MR-G
El reloj terminado se lanzó como MRG-100, una versión metálica del G-SHOCK. El nuevo reloj se desmarcaba del G-SHOCK de resina negra, carecía de la corona habitual de los relojes de metal y costaba cinco veces más que un modelo normal. Se trataba de una oferta sin precedentes que revolucionó la imagen convencional del G-SHOCK. Sin embargo, en contra de las expectativas en algunos rincones, el reloj disfrutó de ventas bastante favorables. Si el objetivo inicial hubiera sido desarrollar un G-SHOCK metálico, la fijación en el pasado podría haber evitado que el equipo lograra ese éxito. En cambio, al igual que en los días del desarrollo del primer G-SHOCK, fue la simplicidad del concepto, en este caso, crear un reloj de metal irrompible, lo que los llevó a su gran avance. El primer MR-G, el MRG-100, es un reloj puro, fruto de las firmes convicciones de aquellos que trabajaron para crearlo y su espíritu perdurará en el futuro del reloj.


